Golpe de calor en perros y gatos: riesgos y primeros auxilios
El golpe de calor es una emergencia veterinaria que ocurre cuando la mascota eleva peligrosamente su temperatura corporal, ya sea por calor ambiental extremo, esfuerzo físico intenso o ambos.
MASCOTAS
9/25/20258 min leer
El golpe de calor es una emergencia veterinaria que ocurre cuando la mascota eleva peligrosamente su temperatura corporal, ya sea por calor ambiental extremo, esfuerzo físico intenso o ambos. En perros y gatos la temperatura normal ronda los 38–39 °C; si supera los 41–42 °C el organismo entra en hipertermia extrema, con riesgo de fallo multiorgánico y muerte en minutos (1, 2). A diferencia de los humanos, los perros y gatos no pueden sudar por toda la piel; dependen del jadeo y el contacto con superficies frías para disipar calor (1, 3). Cuando estos mecanismos fallan, se produce un desequilibrio metabólico grave que puede causar daño cerebral, insuficiencia renal, colapso circulatorio y coagulopatías (1, 4). Por eso es crucial reconocer los síntomas y actuar rápidamente.
¿Qué es el golpe de calor y cómo se produce?
El golpe de calor es básicamente una subida anormal de la temperatura interna del animal. Sucede cuando el cuerpo genera o recibe más calor del que puede eliminar. Esto puede ocurrir por calor ambiental extremo y humedad alta (cuando el aire no permite evaporar el calor) o por ejercicio excesivo en un día cálido (1, 5). Por ejemplo, un perro corriendo sin parar en un parque soleado o un gato encerrado en un coche bajo el sol puede acumular calor muy rápido. Debido al calor extremo, los procesos celulares se alteran, los órganos se inflaman y el animal sufre una especie de “autodestrucción” interna, pudiendo fallar rápidamente corazón, pulmones, riñones y cerebro (1, 2). En la práctica veterinaria se considera golpe de calor cuando la temperatura supera los 40–42 °C (2, 6).
Factores de riesgo
Ciertos factores aumentan la probabilidad de golpe de calor en perros y gatos. El factor principal es el calor ambiental intenso, sobre todo si va acompañado de alta humedad y falta de ventilación, lo que impide que el aire absorba el calor del cuerpo del animal (5, 7). Espacios cerrados, sin sombra ni circulación de aire (ej. un coche o habitación sin aire acondicionado) elevan gravemente el riesgo; de hecho, el interior de un vehículo puede llegar a 50 °C en pocos minutos bajo el sol (7, 8). El ejercicio físico prolongado o vigoroso en esas condiciones (correr, jugar sin pausa) puede precipitar la hipertermia aún en perros sanos (9, 10).
Además, existen factores intrínsecos que predisponen. Las razas braquicéfalas (de hocico chato) como carlinos, bulldogs o gatos persas tienen vías respiratorias estrechas que dificultan el jadeo (11, 12). El sobrepeso y los depósitos de grasa corporal también aíslan el calor y empeoran el enfriamiento (10, 12). Los animales muy jóvenes o ancianos carecen de mecanismos eficaces de regulación térmica. Tampoco debe olvidarse que enfermedades respiratorias, cardíacas o neurológicas previas aumentan la vulnerabilidad al calor (12, 13). En resumen, un perro anciano con sobrepeso y con un hocico muy corto, trotando bajo el sol de mediodía, reúne varios de estos riesgos simultáneos.
Signos clínicos tempranos y avanzados
Los signos iniciales suelen ser físicos y de comportamiento. Uno de los primeros síntomas es el jadeo excesivo (mareo con respiración abierta) junto con salivación abundante y encías muy rojas (14, 15). El perro o gato puede mostrarse inquieto, agitado o confundido. Dado que jadean para enfriar su cuerpo, un jadeo persistente e intenso indica que el animal está luchando por ventilar calor (14, 15). También es común la taquicardia (latidos acelerados) y enrojecimiento de mucosas (encías y lengua muy rojas). Al tocarlo, el pelaje suele estar muy caliente y seco.
Si el cuadro progresa sin control, aparecen síntomas más graves: el animal pierde fuerza y coordinación. Puede mostrarse letárgico, tembloroso y presentar pérdida de equilibrio o ataxia (16, 17). Son frecuentes los vómitos y diarreas (a veces con sangre) debido al estrés térmico en el cuerpo. En etapas críticas puede ocurrir colapso circulatorio, con decaimiento extremo y caída súbita. También pueden aparecer signos neurológicos preocupantes: convulsiones, desorientación o coma. Estos últimos reflejan lesión cerebral y están asociados a un alto riesgo de muerte (14, 18).
Es importante mencionar que algunos síntomas pueden variar entre perros y gatos. Por ejemplo, las mascotas desorientadas pueden tambalearse o tener convulsiones a medida que el golpe de calor empeora (14, 19). Ante cualquiera de estos signos, se debe actuar de inmediato.
Diferencias entre perros y gatos
Aunque ambos pueden sufrir hipertermia, se manifiesta de forma distinta. Los perros suelen jadean vigorosamente y manifiestan su malestar con agitación o persistencia de la actividad (pueden seguir corriendo hasta caer en colapso) (20, 21). Por el contrario, los gatos jadean mucho menos y a menudo responden al calor buscando un lugar fresco y tranquilo; pueden empezar a lamerse compulsivamente para enfriarse, ya que su única forma de disipar calor es el jadeo leve y el aseo (22). Esta diferencia hace que el golpe de calor felino sea a veces «silencioso»: un gato sobrecalentado suele quedarse quieto, se oculta o se tumba repentinamente.
El color de las mucosas varía también: en perros el golpe de calor provoca encías pálidas que luego pueden tornarse enrojecidas al mejorar, mientras que en gatos pueden apreciarse tonos anormalmente oscuros o rojo intenso (23). Otro punto: ciertas razas de gato (de cara achatada como persas o siameses) también son más sensibles al calor por anatomía similar a los perros braquicéfalos (24). En resumen, dueños de perros notarán antes la aceleración respiratoria y la incapacidad de parar de moverse; en cambio, con los gatos conviene estar alerta a cambios sutiles en su actitud (letargo inusual, babeo excesivo o vómitos) dado que ellos no jadean tanto ni presentan síntomas tan evidentes.
Qué hacer de inmediato (primeros auxilios)
Ante la sospecha de golpe de calor, lo primero es enfriar al animal gradualmente mientras se busca atención veterinaria urgente (25, 26). Llevar la mascota a un lugar fresco y sombreado es prioritario. Si está al aire libre, trasládala a la sombra, abriendo ventanas o usando el aire acondicionado si es posible (25, 26). Ofrece agua fresca para beber en pequeñas cantidades, pero sin obligarla a tragar rápido (para evitar aspiraciones) (26). Luego procede a humedecer su cuerpo: aplica paños húmedos con agua templada sobre la cabeza, cuello, pecho, axilas y abdomen, zonas donde la piel está más expuesta (25, 27). Se puede rociar con agua fresca (nunca helada) y usar un ventilador o abanico para favorecer la evaporación (25, 27). Una estrategia útil es mojar las patas, las orejas y las ingles, donde la circulación sanguínea es intensa, lo que ayuda a disipar el calor (25, 28).
En cualquier caso, el enfriamiento debe ser progresivo. Evita cambios bruscos de temperatura: se recomienda agua templada o fresca, pero no helada, para evitar un choque térmico inverso (hipotermia repentina) (27). Conforme baje la temperatura ambiente del animal, continúa con el ventilador o abanico y no cubras al perro o gato con ninguna manta. Finalmente, aunque empieces estas medidas, lo más importante es llevarlo al veterinario lo antes posible para completar el tratamiento (29, 30).
Qué NO hacer
Es tan importante saber qué hacer como saber qué evitar. Bajo ninguna circunstancia se debe aplicar agua helada o envolver al animal en hielo. Los cambios muy bruscos pueden provocar una reacción de hipotermia o paro cardíaco (27, 31). Tampoco se debe sumergir al perro o gato en agua fría ni usar cubos de hielo directamente sobre su piel (31). Otra acción a evitar es cubrirlo con mantas o ropa, ya que retendrían el calor en lugar de disiparlo. Igualmente, no coloques al animal justo frente a un ventilador sin agua, porque esto puede resecar sus vías respiratorias y empeorar el jadeo (32).
Además, nunca fuerces al animal a beber grandes cantidades de agua de golpe: dale sorbos pequeños (26). Forzar la ingestión puede causar que el líquido entre en las vías respiratorias. Si el animal está inconsciente o en convulsiones, no trates de darle nada por la boca. La prioridad en todo momento es estabilizarlo con enfriamiento gradual y obtener ayuda profesional.
Prevención
La prevención es clave para mantener mascotas seguras en climas cálidos. En casa, asegúrate de que siempre tengan acceso a agua fresca limpia y acceso a zonas con sombra o aire acondicionado durante el día (33, 34). Colocar cuencos de agua en lugares interiores y exteriores invita al perro o gato a hidratarse espontáneamente. Incluso plantar césped o generar corrientes de aire (ventiladores) en el patio ayuda a reducir la temperatura ambiente.
Al salir de paseo, planea siempre las salidas a horas templadas: temprano por la mañana o al atardecer, evitando las horas centrales (entre 11h y 16h) cuando el sol está más fuerte (34, 35). El asfalto y el cemento pueden alcanzar temperaturas muy altas y quemar las almohadillas; camina por tierra o césped y bajo sombra. Lleva una botella de agua para ofrecer bebidas periódicas a la mascota y detente a descansar en áreas frescas. Nunca dejes a tu perro o gato solo dentro de un coche estacionado, aunque tengas las ventanas abiertas (8). En pocos minutos la temperatura interna del vehículo se eleva peligrosamente. Si viajas, mantén aire acondicionado o abanicos circulando aire en el vehículo y detente cada cierto tiempo para refrescar al animal.
En casa, evita la sobreexposición al sol: mantén cortinas bajadas o usa aire acondicionado cuando los días sean muy calurosos. A diferencia de lo que se cree, no es aconsejable rapar excesivamente el pelo del animal durante el verano (36), ya que el manto también los protege del sol y actúa como aislante. Para razas con pelaje muy largo, un buen corte de mantenimiento (no el rapado total) puede ser suficiente. Además, ten en cuenta factores individuales: los perros braquicéfalos, los cachorros, los ancianos y los de pelo oscuro requieren medidas extra de protección (12, 37).
Resumiendo, las claves preventivas son: água constante, ventilación/aire acondicionado, evitar sol directo y ejercicio intenso en horas de calor. Con estas precauciones se puede reducir mucho la probabilidad de una emergencia por hipertermia.
Cuándo acudir de urgencia al veterinario
Tras aplicar las primeras medidas de enfriamiento, siempre debe buscarse atención veterinaria urgente. No es suficiente con que la mascota vuelva aparentemente a la normalidad. Muchos órganos internos pueden seguir sufriendo daños ocultos. Debe evaluarla un profesional cuanto antes (29, 30). Particularmente, se considera urgencia si el animal presenta síntomas graves: colapso, convulsiones, desmayos o encías azuladas. Estos signos indican compromiso circulatorio o neurológico serio y requieren tratamiento inmediato, a menudo con fluidos intravenosos y monitorización en la clínica (18, 19). Como regla general, en presencia de golpe de calor no demores la visita: cada minuto cuenta.
Fuentes: Información obtenida de expertos veterinarios y centros de referencia sobre emergencias veterinarias (1, 4, 5, 14, 26), que detallan los síntomas, fisiopatología y medidas de prevención y primeros auxilios en perros y gatos con hipertermia.
(1, 18) Urgencias Ambientales (I): Golpe de Calor – VetPraxis
https://vetpraxis.net/2014/12/12/urgencias-ambientales-i-golpe-de-calor/
(2, 3, 10, 19, 21, 22, 23, 26, 27, 28, 31) Golpe de calor en perros y gatos. Síntomas y primeros auxilios
https://eoc.cat/golpe-de-calor-perros-gatos/
(4, 12, 20, 25, 29, 32) Síntomas, consecuencias y tratamientos de los golpes de calor en perros y gatos • Veterinaria Dr. Brenes
(5, 6, 9, 11, 15, 16, 24, 33, 35, 36, 37) Golpe de calor en perros y gatos
https://hospitalveterinariopuchol.com/noticias/prevenir-golpe-calor-animal/
(7, 13, 34) Síntomas de golpe de calor en perros y cómo aliviarlos | AniCura España
(8, 14, 17, 30) Golpes de calor en mascotas: qué hacer y cómo evitarlos
https://www.kivet.com/blog/como-actuar-ante-golpes-de-calor-mascotas/
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