Errores que están afectando la rentabilidad del cultivo de forrajes
La rentabilidad en los cultivos de forraje es clave para la productividad ganadera y la viabilidad económica de la explotación. Un suministro constante de forraje de calidad mejora la producción de carne y leche y reduce la necesidad de concentrados costosos.
PRODUCCION ANIMALPLANTAS Y CULTIVOS
9/3/202510 min leer
La rentabilidad en los cultivos de forraje es clave para la productividad ganadera y la viabilidad económica de la explotación. Un suministro constante de forraje de calidad mejora la producción de carne y leche y reduce la necesidad de concentrados costosos (1). Sin embargo, la relación insumo/ producto en los forrajes se ha deteriorado por la caída de precios de productos animales y el aumento del costo de semillas e insumos (2). En este contexto, maximizar el rendimiento (toneladas de materia seca) y la calidad nutricional del forraje es esencial: el rendimiento es “uno de los elementos clave” que incide directamente en el costo final de producción (2). Para productores y técnicos, conocer los errores comunes que reducen la rentabilidad (bajos rendimientos, forraje de baja calidad, gastos imprevistos) permite identificar áreas de mejora en el manejo de cultivos como alfalfa, maíz forrajero, ryegrass, sorgo y otros pastos.
Errores técnicos frecuentes
Selección de variedades inadecuadas. Escoger semillas no adaptadas al clima o al propósito reduce rendimiento y calidad. Por ejemplo, en maíz para ensilado es fundamental elegir híbridos de alto potencial tanto en rendimiento de materia seca como en grano, además de bien adaptados al ciclo local (resistencia a enfermedades, tolerancia a sequía) (3, 4). En alfalfa, debe seleccionarse “variedades de alto rendimiento con resistencia adecuada al invierno y a las enfermedades para obtener rentabilidad a largo plazo” (5). El uso de “semilla de casa” de baja calidad da lugar a forrajes con menor valor nutritivo y germinación irregular, disminuyendo la producción animal (6).
Mala preparación y condiciones de siembra. Un establecimiento deficiente (siembras tardías, profundidad incorrecta o baja densidad de semilla) compromete el desarrollo inicial. “Mistakes during establishment often have long-term consequences”: sin una buena preparación del suelo y semilla certificada de alta calidad, es difícil obtener un rodal vigoroso (6, 7).
Gestión inadecuada de la fertilidad y del suelo. No realizar análisis de suelo ni corregir deficiencias perjudica los rendimientos. Estudios señalan que la práctica de testar el suelo y luego encalándolo y fertilizándolo según recomendaciones “afecta más que cualquier otra a la eficiencia económica de la producción de forraje” (8). Mantener pH óptimo (~6.5-7.0) y niveles adecuados de fósforo, potasio y azufre resulta crítico para un crecimiento vigoroso de cultivos como la alfalfa (5, 9).
Errores en el riego. Tanto el déficit como el exceso hídrico reducen la rentabilidad. No aplicar riego en épocas críticas puede hundir el rendimiento de cultivos como maíz o sorgo, mientras que un riego mal programado (por ej. en horas de frío) favorece enfermedades. Aunque no hay una fuente específica citada, es bien conocido que la eficiencia del uso del agua es esencial en forrajes (14) y que tecnologías de riego ajustado aumentan la productividad.
Manejo deficiente de fertilización. La subfertilización limita el crecimiento y calidad del forraje. Por ejemplo, no aplicar nitrógeno en praderas o leguminosas puede drenar el nitrógeno residual en rotaciones como maíz posterior, reduciendo rendimientos futuros. En general, aplicar solo fertilizantes baratos o descuidar la reposición de nutrientes deteriora los suelos y el rendimiento a mediano plazo.
No introducir leguminosas cuando conviene. Ignorar el potencial de fijación biológica de nitrógeno de leguminosas (alfalfa, treboles, etc.) es un error común. Las leguminosas mejoran la calidad proteica del forraje e incrementan los rendimientos sin costos extra de fertilizantes nitrogenados (10). Por ello, es recomendable incluir mezclas de gramíneas y leguminosas o rotarlas con leguminosas para beneficio nutricional y económico.
Problemas en la gestión agronómica
Rotación de cultivos inapropiada. La falta de rotación o rotar siempre con la misma especie empeora los problemas de plagas y autotoxicidad. Un claro ejemplo es la alfalfa: no conviene sembrar alfalfa sobre alfalfa recién cosechada por sustancias alelopáticas que limitan la germinación y absorción de nutrientes (11). Estudios demuestran que rotaciones cortas de alfalfa (2-3 años antes de otro cultivo) incrementan significativamente la rentabilidad por hectárea, al mantener altos rendimientos y calidad de pasto, reducir uso de pesticidas y aprovechar créditos de nitrógeno residual para el cultivo siguiente (por ejemplo maíz) (12, 13). En cambio, prolongar un mismo cultivo lleva a caída de rendimiento (17-34% menos en 3-4º año) por enfermedades y estrés (14).
Planificación de cosechas deficiente. Postergar la cosecha para ganar volumen puede degradar la calidad del forraje. Forrajes muy maduros acumulan fibra y lignina excesivas, lo que reduce la digestibilidad y limita los nutrientes disponibles para los animales. Estudios en bovinos lecheros muestran que cortar “demasiado tarde” disminuye el rendimiento de leche: cada 1% adicional de digestibilidad del forraje incrementa la producción en 0.3–0.5 kg/vaca/día (15). En palabras de expertos: “Cuando los forrajes se cosechan demasiado tarde, tienden a contener un exceso de fibra y lignina, lo que reduce la digestibilidad y limita la disponibilidad de nutrientes, disminuyendo la producción de leche y la eficiencia alimentaria” (16). Planificar cortes según el punto óptimo de madurez (frecuentemente a inicios de floración para gramíneas y rodales de alfalfa) evita esta pérdida de calidad.
Control insuficiente de malezas y plagas. Enfermedades, insectos y hierbas adventicias “son ladrones que reducen los rendimientos; disminuyen la calidad del forraje y la persistencia del rodal, y roban agua y nutrientes al cultivo” (17). No implementar monitoreo y medidas integradas (p.ej. cultivos trampa, barreras, aplicaciones preventivas) deriva en altas pérdidas de producción. Por ejemplo, en maíz forrajero la roya y mancha pueden reducir el rendimiento hasta un 40% si no se seleccionan híbridos resistentes (4). Asimismo, una semilla de mala calidad suele venir con mayor incidencia de malezas o enfermedades, aumentando costos de control y disminuyendo la oferta de forraje de primera calidad (6, 18).
Fallas económicas y logísticas
Mala planificación financiera. Es frecuente que los productores operen sin un presupuesto claro, tomando decisiones improvisadas que generan desequilibrios financieros. Según expertos en agronegocios, “uno de los errores más frecuentes es operar sin un presupuesto claro” (19). Sin un plan de ingresos y costos proyectados, es difícil medir la rentabilidad real de cada cultivo forrajero, controlar gastos y estar preparados ante imprevistos (por ejemplo sequías o volatilidad de precios).
Falta de control de costos y diversificación. Muchos agronegocios concentran recursos en un solo cultivo o proyecto, ignorando alternativas más rentables. Este “error de oportunidad” limita el crecimiento y deja al productor vulnerable a caídas de precio o demanda en un mercado específico (20). En forrajes esto podría traducirse en depender de un único comprador o concentrador de reservas, cuando diversificar mercados (venta directa, cooperativas, biogranjas, ganaderos cercanos) puede mitigar riesgos.
Subestimación de costos ocultos. Más allá de los costos directos (semilla, fertilizantes, cosecha), existen costos invisibles ligados al cultivo: rendimiento bajo, pérdidas por vuelco o deterioro en almacenaje, calidad deficiente que exige más concentrados, etc. En los forrajes “los costos ocultos, determinados por el rendimiento, las pérdidas, la calidad y el grado de utilización del alimento… generalmente no son cuantificados, pero afectan notoriamente el costo final” (21). Ignorar estos factores conduce a sobrevalorar la rentabilidad aparente.
Logística y acceso a mercados deficientes. Aunque no hay citas específicas en los documentos revisados, es común que productores de forraje enfrenten problemas de transporte (costo de llevar heno/silaje a distancias largas) y mercados inestables. No planear la cadena de venta (almacenamiento, venta estacional con precios, contratos) puede erosionar las ganancias esperadas, sobre todo en contextos donde el precio del forraje varía según la oferta estacional.
Consecuencias sobre productividad, calidad y sostenibilidad
Los errores anteriores se traducen directamente en menor productividad animal y sostenibilidad del sistema. Forrajes de baja calidad reducen la ganancia diaria de peso o litros de leche: se ha estimado que forrajes de alta calidad pueden elevar la producción láctea en un 10–25% en comparación con forrajes convencionales (15). Por el contrario, un forraje tardíamente cosechado o mal fertilizado limita la eficiencia alimentaria. Si el ganado consume un forraje menos digestible, su producción cae y se requieren más concentrados, incrementando costos totales (16, 22).
Los suelos también sufren las malas prácticas: el sobrepastoreo y la ausencia de rotación degradan la vegetación y la materia orgánica. Un estudio FAO en Perú señala que “la poca disponibilidad del recurso forrajero se debe a las malas prácticas de manejo (sobrepastoreo)” (23), lo que causa baja productividad del ganado. A largo plazo, estas prácticas llevan a la erosión y desertificación: “suelos que antes eran de buena calidad se convierten en suelos pobres… terminando en procesos de desertificación” (24). Esto hace inviable la producción a futuro, forzando la expansión hacia más áreas y empeorando la sostenibilidad ambiental.
En resumen, la acumulación de pérdidas de rendimiento por fallas técnicas, junto con mayores costos implícitos y daño al suelo, puede hacer que el cultivo de forrajes sea poco rentable o insostenible. Cada 10% de reducción en rendimiento de materia seca puede traducirse en una merma similar en ingresos brutos, sin olvidar efectos secundarios (por ej. inflamación de costos de alimentación animal por forraje pobre).
Recomendaciones para mejorar la rentabilidad
Elegir variedades adaptadas. Use semilla certificada de alto rendimiento y adaptada al clima local. Por ejemplo, apostar a híbridos de maíz ensilero con tolerancia a sequías y enfermedades (Exserohilum, roya) asegura cosechas exitosas en climas adversos (4). En alfalfa, seleccione cultivares con buena persistencia y resistencia invernal (5). Evite semillas “de casa” de dudosa calidad, ya que una mayor digestibilidad del forraje (+1%) puede aportar 0.3–0.5 kg leche/ vaca·día (15).
Preparación y establecimiento óptimos. Realice análisis de suelo antes de sembrar. Ajuste el pH con encalado anual para leguminosas y asegure niveles de P y K adecuados (9). Plante con maquinaria calibrada, a la fecha recomendada para cada especie y con la profundidad/densidad adecuada. Esto previene pérdidas iniciales de plantas y homogénea emergencia, condiciones que favorecen rendimientos altos el primer año (crítico para amortizar costos de implantación) (7, 25).
Manejo de fertilización e irrigación. Aplique fertilizantes de manera balanceada según los requerimientos del cultivo. No subestime la importancia del nitrógeno en gramíneas ni del fósforo/potasio en leguminosas. Si es posible, introduzca enmiendas orgánicas para mejorar la salud del suelo. En regiones de déficit hídrico, implemente sistemas de riego eficientes (riego por goteo o aspersión) y prográmelos en momentos de alta demanda. En estudio de intensificación agrícola, el riego aumentó rendimientos de maíz forrajero en un 140% (26). Aunque dicho dato no está en un documento abierto, ilustra el potencial: la falta de agua adecuada es uno de los errores más costosos. Asimismo, evite encharcar los suelos, pues el exceso hídrico favorece enfermedades de raíces y malezas acuáticas.
Control de plagas y malezas (Manejo Integrado). Realice monitoreos periódicos (scouting). Use rotaciones y cultivos cobertura para interrumpir ciclos de plagas. Aplique herbicidas preventivamente o labore manual solo cuando sea necesario, para no generar resistencia. La elección de variedades resistentes es parte de la estrategia preventiva (4). En caso de plaga activa, aplique tratamientos dirigidos con equipos calibrados, evitando sobredosificaciones que dañan cultivos secundarios o perjudican el medio ambiente. El control oportuno maximiza el área útil: recuerde que cada maleza o enfermedad no controlada “roba” nutrientes y reduce la productividad (17).
Rotación y secuencia de cultivos. Alterne forrajes entre sí y con otros cultivos (cereal, oleaginosas, etc.). Por ejemplo, rotar alfalfa con maíz o sorgo forrajero aprovecha los créditos de nitrógeno y mejora los rendimientos de grano subsecuentes (13). No prolongue cultivos perennes más allá de su óptimo: según estudios, alfalfa pierde rendimiento significativo a partir del tercer año de stand (14). Emplear forrajes de cobertura y pasturas temporales en épocas de transición también protege el suelo y optimiza el uso de la tierra.
Manejo de pastoreo y carga animal. En sistemas pastoriles, ajuste la carga animal a la producción forrajera. Evite el sobrepastoreo rotando potreros y descansando áreas para que se recuperen. Esto mantiene el vigor de las especies deseables y prolonga la vida útil del pastizal. La carga adecuada maximiza la eficiencia: vacas en pastoreo agresivo producen menos leche y pueden sobre concentrar los nutrientes en un lote, provocando desperdicio en otros. Considere cercados móviles o rotaciones intensivas para sincronizar oferta de forraje y demanda animal.
Planificación y control financiero. Elabore presupuestos anuales incluyendo todos los costos (siembra, insumos, mecanización, personal, intereses) y proyecte ingresos conservadoramente. Lleve registros actualizados de cada parcela: esto permite analizar la rentabilidad por cultivo de forraje. Se recomienda revisar el presupuesto regularmente para reajustar ante cambios de precios o rendimientos (19). Evite el endeudamiento excesivo sin respaldo de flujo de caja realista. Considere diversificar ingresos (p.ej. venta de bayas, semillas de pasto, servicios de ensilaje) para mejorar la liquidez y aprovechar mejor las instalaciones.
Diversificación de mercados y seguros. Busque distintos canales de venta: cooperativas, biogranjas, mercados locales, incluso biorefinerías que acepten biomasa. Diversificar productos (heno, pellets, grano, silaje) también puede abrir nuevos compradores. Además, analice la posibilidad de seguros agrícolas que cubran eventos climáticos o de precio del forraje, reduciendo el impacto de sequías o caídas de mercado.
Mejora continua y formación técnica. Manténgase al día con tecnologías y prácticas. Por ejemplo, la teledetección y sensores de suelo ayudan a optimizar riego y fertilización. Asista a cursos o ferias agropecuarias. Enfatice la capacitación del personal en buenas prácticas: aún la mejor tecnología falla si no se aplica correctamente.
Garantizar calidad del forraje. Desde la semilla hasta el almacenamiento final, aplique normas que protejan la calidad. Use tapices para ensilar o cubiertas plásticas adecuadas, controle la humedad y evite contaminantes (tierra, heces). El forraje bien conservado evita pérdidas poscosecha – se estima que el 30% del heno puede perderse en almacenamiento exterior si no se protege (22, 27) –, lo que repercute en la eficiencia alimentaria.
En conjunto, estas acciones técnicas y gerenciales integrales apuntan a elevar los rendimientos de materia seca por hectárea, mejorar la calidad nutritiva del forraje y reducir costos ocultos. Al implementar una gestión agronómica racional y un manejo financiero estricto, los productores pueden maximizar la rentabilidad y sostenibilidad de sus sistemas de forraje.
Fuentes: Se consultaron guías y estudios de extensión universitaria y organismos agrícolas (UMN, UW, FAO, etc.) y publicaciones especializadas del sector ganadero/agropecuario (3, 5, 8, 9, 12, 16, 19, 21, 23). Estos recursos globales avalan los puntos críticos de manejo que afectan rendimientos, calidad de forraje y costos en cultivos de alfalfa, maíz forrajero, ryegrass, sorgo y pastos asociados.
(1, 3, 4) ¿Cómo elegir el mejor maíz para ensilado y mejorar la rentabilidad de tu ganadería? - Campo Galego
(2, 21) produccion-animal.com.ar
(5, 9, 11, 25) Establecimiento de alfalfa: Estrategias de manejo | Extensión de la UMN
https://es.extension.umn.edu/planting-forages/alfalfa-establishment-management-strategies
(6, 15, 18) El forraje de calidad puede aumentar la producción láctea en un 20% - Campo Galego
https://www.campogalego.es/el-forraje-de-calidad-puede-aumentar-la-produccion-lactea-en-un-20/
(7, 8, 10, 17, 27) 10 Tips for Profitable Forage Production
https://www.drovers.com/news/10-tips-profitable-forage-production
(12, 13, 14) Value of Short Rotations for Alfalfa Profitability – Crops and Soils
(16, 22) La rentabilidad del sector lácteo: las claves del éxito | Dellait
https://dellait.com/es/la-rentabilidad-del-sector-lacteo-las-claves-del-exito-dellait/
(19, 20) Gestión financiera en agronegocios: errores comunes
https://isam.education/gestion-financiera-en-agronegocios-errores-comunes-y-como-evitarlos/
(23, 24) fao.org
https://www.fao.org/climatechange/25223-08c865ca4368286d31456d14c23cdf77f.pdf
(26) Economic and Productive Impact of the Implementation and Use of ...
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